HACIENDO CLICK CON EL BOTÓN IZQUIERDO DEL RATÓN SOBRE LA MISMA SE OBTIENE OTRA DE MAYOR TAMAÑO.
Del toda la artesanía del paso de palio de Nuestra Señora de la Piedad, lo que más categoría ostenta son los bordados. De estos, es el manto el que se lleva la palma. Luce ricos bordados barrocos, de oro sobre terciopelo negro. Dicho manto tiene una orla que recorre todo el borde del manto (se la restauró a su estado original en 1992, años antes habia practicamente desaparecido y el dibujo llegaba casi hasta los bordes). La composición y el dibujo son muy personales. Unas hojas enormes, muy barrocas, se retuercen y agrupan en el extremo inferior del manto. A medida que trepan van disminuyendo de tamaño y cantidad. Arriba están menos retorcidas y se mezclan con otros vegetales más delicados y flores de pétalos fantásticos. Manuel Beltrán Jiménez fue el que diseñó tanto el manto como el palio y la ejecución del bordado la realizaron las hermanas Ana y Josefa Antúnez en Sevilla: en 1882 el palio y en 1891 el manto para la Hermandad de la O de Sevilla (En 1880 se realizó otro manto que no fue del gusto de esta Hermandad, estrenando el nuevo el 27 de marzo de 1891). Tanto el manto como el palio fueron adquiridos por la Hermandad del Santo Entierro, estrenándose en Jerez el año 1930. Pagaron por entonces los jerezanos 30.000 pesetas para que los cofrades hispalenses pudieran hacerse un nuevo palio. Ambos, manto y palio, fueron pasado a nuevo terciopelo en los talleres de Carrasquilla en 1930. El manto fue restaurado tras la Semana Santa de 1991 y antes de la de 1992, en los talleres de bordado de Fernández y Enríquez, en Brenes, pasándose los bordados a un nuevo terciopelo. En el 2000, se procedió a la restauración del techo del palio de la Virgen de la Piedad por los talleres de Fernández y Enriquez de Brenes (Sevilla).
Josefa y Ana Antúnez eran hermanas y propietarias de un taller, ubicado en el barrio de la Macarena, de Sevilla, en la antigua huerta del Zapote, en las proximidades de la actual calle Froilán de la Serna, donde, además de producir bordados magistrales, también fue el lugar de formación de dos genios del bordado: Juan Manuel Rodríguez Ojeda y Victoria Caro. También intervinieron en el taller de manera conjunta con las hermanas, los diseñadores Manuel Beltrán Jiménez (diseñador de este manto), Guillermo Muñiz, Emidgio Serrano y es probable que también participara en alguna ocasión Rodríguez Ojeda.
El bordado de estas hermanas se caracteriza por una copiosa ornamentación que acapara todo el fondo, destacando el gran relieve de los elementos decorativos, el abultado relleno de grandes masas, junto al preciosismo de las depuradas labores de cartulina. En su quehacer artístico destacan algunas piezas de excepcional valía. Entre ellas podemos recordar el conjunto de palio y manto de la Hermandad de la Carretería, datado en 1886 y la valiosa túnica de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, ejecutada en 1881.
La popular Hermandad de Nuestra Señora de la O, de Triana, contó en el último cuarto del siglo XIX con valiosos ejemplares del bordado sevillano de la época. Documentalmente se sabe que en 1880, las bordadoras Ana y Josefa Antúnez realizaron para la Dolorosa de esta Corporación nazarena un manto de terciopelo negro bordado en oro al realce. El manto es conocido por "el de los soles", por las diferentes representaciones del astro rey que figuran en su traza. En el centro de cada uno de ellos, podemos ver detalladamente bordados los atributos de la Pasión de Nuestro Señor. El diseño se estrenó en la madrugada del Viernes Santo del citado año. En la actualidad, el manto es propiedad de la Hermandad Sacramental de Espartinas, siendo lucido cada Martes Santo por Nuestra Señora de los Dolores en su anual Estación de Penitencia.
Por el contrario, se conserva el magnífico palio que ejecutaron las referidas bordadoras en 1882. Dicho palio se bordó a juego con el manto reseñado anteriormente. Manuel Beltrán Jiménez fue el que diseñó sus adornos, que se pasaron a terciopelo negro con ampulosos bordados en oro a realce enlazados a roleos y lineas sinuosas. la obra obecede a imperativos estéticos de progenie barroca. Este palio es de terciopelo negro, está bordado con hilos de oro y sólo los escudos están bordados, también con sedas de colores. El dibujo de las caídas tiene trazos gruesos y grandes manchas (hojas de acanto, roleos calados, rosetas, ...) que siguen o hacen la crestería o las puntas de las caídas. En la caída delantera, en el centro, están los mismos escudos que hay en los respiraderos; quizas los del palio sirvieron de modelo. En la caída de la trasera todo es igual: la composición, los dos óvalos, la corona real sobre ellos.. sólo que en el interior del primer óvalo está el anagrama de Jesús y en el del segundo, tres flores de lis. El techo es muy original o, por lo menos, muy dificil de olvidar el gran óvalo que hay en el centro. En su interior estan, representados con hilos de oro, todos los instrumentos y atributos de la Pasión. La Cruz está en el centro, en el eje de la composición y es casi tan grande como el óvalo. Por detrás de la cruz están dos escaleras (no se apoyan en los brazos de ella), una lanza y una caña con una esponja (éstas si se apoyan o al menos salen por encima de los brazos de la cruz). Por encima de la cruz está la cartela del INRI, tres dados y una barrena. A los pies, un martillo y unas tenazas. Por los ángulos que forman las escaleras al cruzarse, asoman dos insignias romanas: un Senatus y un Lábaro; también, un látigo y una caña... Colgada de la Cruz, una corona de espinas, y pendiente del brazo derecho, un sudario que cae, y que, con un artístico lazo, se sujeta casi al final de la cruz. Esta composición tan original y completa llama muchísimo la atención por el efecto que causa el sudario: es un trozo de seda blanca aplicada sobre el techo, y los pliegues y las vueltas, hechos antes de fijarlo sobre el medallón. Una franja, formada por dos filetes y hojas de acanto, marca un rectángulo y tiene las esquinas quebradas. Entre el medallón y la franja, hay unas líneas, siempre del mismo grueso, que se agrupan, dispersan... forman rombos, terminan en espiral o en hojas de acanto; las hojas de acanto intentan entrar en el medallón y los arabescos de los trazos atraviesan la franja y crean una orla que es la verdadera terminación de todo el conjunto.
Al no gustar a los cofrades el manto anterior de la Virgen de la O, estrenado en 1880, encargan otro a las mismas bordadoras. Este nuevo se estrenó en la Semana Santa de 1891. Era de terciopelo negro bordado en oro, al gusto barroco. El diseño también corrió a cargo de Manuel Beltrán Jiménez. Su exorno de hojas de acanto forma una gran masa en la cola que se difumina conforme se desarrolla en altura. Fue el que se vendió posteriormente a la Hermandad de la Piedad de Jerez en 1930.
También posee otro manto de camarín, regalo de la reina Victoria Eugenia. En el año 1926 la Hermandad de la Piedad estrenó un manto de terciopelo morado, bordado en Valencia. El paso de palio era cargado por fuera y el manto es semilargo. Los bordados de este manto se desarrollan a partir de unas grandes manchas que hacen las veces de orla; el punto de arranque es el escudo de la hermandad que está bordado en la parte inferior. Procesionó con él hasta que en el año 1930 lo hizo con el manto negro actual. (El morado se expuso en los Claustros de Santo Domingo en la primera exposición "De la Semana Mayor" del año 1991).