Los cultos que las hermandades dedican hoy día a sus titulares están recogidos claramente en sus Reglas. Entre sus fines se recoge en primer lugar el de "Dar culto público y asiduo a Dios Nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre la Virgen María, representados en nuestras Sagradas Imágenes".
Queda claro pues desde el principio que uno de los fines esenciales e irrenunciables de las hermandades es el de dar culto público a Dios y a la Virgen María, además de a sus devociones particulares. Esto debe saberse con claridad ya que algunas de las críticas que se hacen a las hermandades proviene del desconocimiento de sus fines. El culto a sus titulares es "lo suyo específico" estando lógicamente obligadas a realizar otras funciones (caridad, formación, catequesis) ineludibles para poder estar en línea con las exigencias de la Iglesia hoy en día.
Las hermandades tienen en honor a sus titulares principales (Cristo y Virgen) fundamentalmente cuatro formas de cultos: novenas, septenarios, quinarios y triduos.
LA NOVENA: Es un ejercicio piadoso que dura nueve días, dedicado generalmente a la Virgen María y a otros santos y santas, así como a devociones particulares. Muchas de las novenas tiene indulgencias y la única novena que no era de devoción sino litúrgica fue la prescrita por León XIII en el año 1895 dedicada al Espíritu Santo para preparar Pentecostés.
EL SEPTENARIO: Es un ejercicio de siete días especialmente dedicado a la Virgen en sus advocaciones dolorosas, como recuerdo de los siete dolores que padeció la Virgen al contemplar los padecimientos de Cristo ante la Cruz.
EL QUINARIO: Ejercicio de cinco días que parece tener su origen en el recuerdo de las cinco llagas de Cristo (manos, pies y costado) y se celebran tanto para el culto a Cristo, como a la Virgen.
EL TRIDUO: Ejercicio de tres días dedicado tanto a Cristo como a la Vírgen. Tres son las personas de la Trinidad y tres los días que conforman el Triduo Pascual. Se dedican también Triduos al Santísimo.
Estos cultos se rematan con la Función Principal, y solemne besamanos o besapié generalmente al domingo siguiente a la Función, llamada de Instituto, aunque hay numerosas excepciones. Si la Función es a la Virgen, el canto de la Salve al finalizar es habitual, como habitual es también el de repartir recordatorios en forma de fotos o estampas a los fieles que han acudido a la respectiva Función.
El desarrollo del triduo, quinario, septenario o novena sigue un esquema generalmente similar para todas las hermandades: rezo del Santo Rosario, ejercicio propio del Triduo o correspondiente, que consiste en una breve oración, algunas preces, peticiones dirigidas al titular al que se le dedica el culto y Santa Misa con Sermón. En algunas ocasiones hay Exposición del Santísimo y Bendición. Algunos quinarios o funciones tienen concedidas indulgencias.
La Función Principal consiste en Misa solemne con Sermón, y al Ofertorio Protestación de Fe, con juramento solemne de creer y defender las verdades más fundamentales de nuestra religión, con especial referencia a la defensa de la pureza inmaculada de la Virgen y posterior beso al Libro de Reglas con la Presidencia de la hermandad como testigos. Las Reglas ordenan que los hermanos deben portar la medalla de la hermandad en todos estos cultos. También las Reglas suelen incluir la fórmula de Protestación de Fe, que no es unitaria para todas las Hermandades, y a veces las oraciones del culto respectivo (Triduo, Quinario, etc).
No obstante, no todas las Hermandades siguen el mismo esquema en el desarrollo de sus cultos. Así, algunas en su quinario no celebran la Eucaristía, consistiendo el mismo en canto de entrada, Exposición del Santísimo, ejercicio de piedad propio del culto con oración al titular y sermón. Tras el mismo viene la parte eucarística con preces, bendición y canto final. En definitiva, son cinco días de preparación donde el Sermón tiene gran importancia formativa para culminar con la Función Principal, en la cual la Eucaristía y la comunión general suponen la culminación de lo que antes se han venido preparando durante los días precedentes los hermanos.
En realidad, los ejercicios de piedad (ya que no son otra cosa los Quinarios, Triduos y demás) tenían antiguamente un sentido de preparación, durante el cual mediante el Sermón, único medio de la Iglesia para transmitir sus mensajes evangélicos en aquellos tiempos, y mediante la meditación de los misterios de la Pasión, se invitaba al cofrade a una conversión, que culminaría recibiendo los Sacramentos del Perdón y de la Eucaristía en la Función Principal, que por eso recibía tal nombre. La celebración de la Eucaristía no es pues esencial en los ejercicios de piedad, aunque si es la culminación de esos cultos. En este sentido, podría afirmarse que la llamada Función Principal sólo lo es en la mayoría de los casos por la solemnidad o tradición, ya que en sentido estricto, al celebrar siempre la Eucaristía en rigor no puede decirse de una Eucaristía que sea más principal que otra.
Cierto es también que la práctica de la comunión frecuente es muy moderna, siendo en siglos pasados ésta una práctica más bien excepcional debido entre otras cosas al estricto ayuno eucarístico que había que guardar para comulgar (desde la medianoche anterior), lo cual no favorecía esta práctica y forzaba por añadidura la inexistencia de misa vespertina. Pío XII en 1953 mitigó el ayuno, que pasó primero tres horas y posteriormente a una hora antes (CDC 919).
El hecho generalizado hoy día de celebrar en el mismo acto el rezo del Santo Rosario, el ejercicio del Quinario, la Santa Misa con el Sermón y a veces la bendición con el Santísimo prolongan en demasía la duración de algunos cultos, confundiendo la larga duración con la solemnidad, cuando más bien puede caerse en pesadez o aburrimiento. Es claro que la calidad del culto no depende del tiempo sino de la intensidad y participación de los fieles.
Jesús Luengo Mena
EL EJERCICIO DEL QUINARIO
El culto está en la raíz misma de la hermandad, es su fin primordial, sin olvidar la caridad, la formación y la catequesis de sus miembros. Vamos a hacer una reflexión sobre el sentido de uno de los ejercicios de culto más generalizado: los quinarios.
Dentro de los cultos que las hermandades dedican a sus titulares, en la Cuaresma, destaca el Quinario, generalmente dedicado a las imágenes cristíferas, aunque no en exclusiva. El quinario es un culto perteneciente al ámbito de la religiosidad popular, por lo cual no se puede considerar como acto litúrgico.
En primer lugar decir que los quinarios –cinco días– parecen hacer referencia a las cinco llagas de Cristo, de ahí su duración, nombre y especial dedicación a las imágenes cristíferas. En siglos pasados, la celebración del quinario tenía un carácter penitencial y misional: durante cinco días, los cofrades se preparaban, mediante ejercicios de piedad, meditación, escucha de la Palabra de Dios y sermón, para culminar con el día más importante: la Función Principal de Instituto, en la cual sí que se celebraba la misa y se hacía ejercicio de comunión general. Así pues, para el ejercicio del quinario no hace falta la celebración eucarística. La Hermandad de los Estudiantes de Sevilla así lo sigue haciendo: su quinario es auténtico, con Liturgia de la Palabra, sermón –parte importante del quinario– y adoración al Santísimo.
Por eso, la llamada Función Principal recibía ese nombre: porque se celebraba la eucaristía y los cofrades comulgaban. El ayuno eucarístico, hoy reducido a una hora antes de comulgar, era en aquellos años muy penoso, ya que había que guardar doce horas –desde la noche anterior–. La práctica de la comunión frecuente no entraba en las prácticas religiosas del pueblo, debido a ese riguroso ayuno previo, y las misas vespertinas eran inexistentes.
En la actualidad, aunque las hermandades sigan celebrando quinarios, se ha perdido de hecho su primitiva estructura y función. Muchas hermandades llaman quinario a celebrar la eucaristía, eso sí, con rezo previo del rosario la mayoría de las veces. Otras, tras el rosario, hacen el ejercicio del quinario, que suele constar de oración, meditación breve, peticiones al titular y poco más, siempre con prisa y en escasos minutos. Una ocasión perdida, ya que el quinario si que es un acto de culto, no litúrgico, eso sí, pero específicamente dedicado al titular de la hermandad, propio de esa advocación e imagen.
La eucaristía ocupa, prácticamente, todo el tiempo del quinario, ya inexistente en muchas cofradías aunque lo sigan llamando así.
También el concepto de Función Principal sufre esa evolución y ha perdido algo de su sentido original. Si siempre se celebra la eucaristía, en rigor no puede decirse de una eucaristía que sea más principal ni importante que otra.
Aunque no se trata de volver a prácticas ya en desuso no estaría de más recuperar el llamado “ejercicio del quinario” por las hermandades que lo han perdido. Es una ocasión única para honrar a su titular, dedicándole oraciones y meditaciones propias e individualizadas.