La Iglesia de San Juan de los Caballeros es una de las seis parroquias históricas creadas por el rey Alfonso X El Sabio sobre las antiguas mezquitas tras su reconquista de la ciudad, en el año 1264, según parece deducirse por la dedicación a los otros evangelistas de los templos primitivos.
En esta iglesia intervienen dos de los grandes arquitectos del momento, Hernán Ruiz II, a quien se deben entre otras, las dos portadas laterales del templo y el arquitecto Alonso de Vandelvira, el cual trazó la portada principal.
Tiene su origen, como las demás intramuros, en la Reconquista cristiana de la ciudad. Su sobrenombre se debe a que en ella se congregaban y tenían enterramiento los caballeros pertenecientes a las órdenes militares, como así pone de manifiesto la colocación de sus escudos en algunas claves de bóveda.
EXTERIOR INTERIOR
Jerez había sido reconquistada por el Reino de Castilla en 1264, pero esto no supuso la estabilidad de la ciudad. No fue hasta la Batalla del Salado en 1340, cuando el Estrecho de Gibraltar fue dominado por los soldados cristianos, que dejaron de entrar ejércitos árabes procedientes del norte de África. Estos ejércitos saqueaban ciudades, quemaban campos y arrasaban con todo lo que encontraban. Jerez, situada en la frontera, era la plaza más fuerte que encontraban al cruzar el Estrecho, y por tanto, se convertía en una ciudad constantemente sitiada.
Desde su incorporación a Castilla, Jerez mantenía unarelación especial con la Corona. Ésta necesitaba de Jerez para mantener el Bajo Guadalete bajo control, siendo la Ciudad defensiva por excelencia de toda la actual provincia. Y Jerez era fiel y leal a la Corona, que la proveía y protegía.
El 12 de abril de 1285 desembarca en Tarifa el emir marroquí Abú Yusuf al frente de un poderoso ejército de benimerines, asolando las tierras de Sevilla y Jerez. En esos meses de lucha, estando la ciudad jerezana sitiada por tropas musulmanas, los caballeros jerezanos pertenecientes a las distintas órdenes militares que se ocupaban de su defensa, se reunieron como Consejo de Defensa en San Juan, concretamente en esta Capilla de la Jura, de ahi su nombre, y decidieron firmar con su propia sangre una carta pidiendo ayuda al rey Sancho IV para la ciudad. El mensaje lo escribieron con sangre de sus venas. De esta historia se apoya la tradición para denominar al templo.... de los Caballeros. Actualmente, en la bóveda de la sacristía se pueden contemplar esculpidas las cruces de las órdenes militares a las que pertenecieron tales caballeros jerezanos.
EXTERIOR
Exteriormente destacan la cabecera semicircular (almenada tal vez durante el siglo XVIII), la torre-fachada y sus portadas laterales.
El conjunto de la torre-fachada, de alto efecto ascensorial, compuesto de la portada principal y un cuerpo de torre que la remata, es más solemne e impresionante que artístico. Presenta dos partes diferenciadas: la primera se corresponde con un gran pórtico renacentista compuesto por un arco flanqueado de medio punto a modo de arco de triunfo. Éste se forma mediante columnas adosadas de orden gigante toscano y nichos avenerados que sostienen un friso con triglifos y metopas decoradas con discos y bucráneos. Desde este arco se accede a un pequeño atrio abovedado donde se abre la puerta de entrada al interior del templo. En su interior del arco se ubica una portada de órdenes clásicos toscanos con frontón recto y friso igualmente tratado con triglifos y metopas. En el atrio abocedado se representa al titular, San Juan Evangelista, a través del águila. Este icono al evangelista se muestra en San Juan al igual que con el resto de iglesias-mezquitas dedicadas a evangelistas del casco histórico de Jerez (San Marcos, San Lucas y San Mateo). La articulación del espacio murario de este pórtico, asi como el diseño de su escalera interna y la estereotomía de la bóveda del umbral, ponen de manifiesto cómo esta obra debió de ser trazada por el arquitecto Alonso Vandelvira a principios del siglo XVII.
Sobre este pórtico se levantan los tres cuerpos y el cupulín de la torre, obra realizada por Antón Martín Calafate entre los años veinte del siglo XVII y el año 1644, aunque no se coronó el chapitel hasta 1656. En la torre se aprecia el estilo característico de este maestro, con soluciones manieristas de torpe ejecución. En el segundo cuerpo - si consideramos como el primero el pórtico antes descrito - se repite el orden toscano y los nichos avenerados, emulando de cierto modo la arquitectura del espacio inferior, aunque incluyendo un frontón partido curvo cuyos extremos se enrroscan. El macizo tercer cuerpo contiene pilastras jónicas poco relevadas; sobre éste se sitúa un último cuerpo, cúbico, macizo y coronado por volutas enroscadas, en la que se apoya la estructura oval que sostiene el cupulín.
Las portadas laterales, de la segunda mitad del siglo XVI, responden a un esquema clásico de columnas corintias adosadas que sostienen un frontón recto, cuya traza ha sido atribuida a Hernán Ruiz II. Si entramos por la calle La Palma la perspectiva se cierra con la portada del lado del evangelio: está mejor desarrollada que su compañera de la epístola y tiene en el tímpano un busto de San Juan de buena factura.
De esta Iglesia, tanto interior como exteriormente, lo más notable es su ábside: Polidiagonal, de siete lados, iluminado por dos ventanales en parteluz, y con almenas. Tiene los nervios de la bóveda que descansan en columnas decorados con dientes de sierra. En Jerez es ejemplar único.
INTERIOR
El interior es de una sóla nave, donde se advierten tres capas constructivas claramente diferenciables. La más antigua se corresponde con la cabecera, que fue realizada a mediados del siglo XV. Ésta se desarrolla con un profundo ábside con bóveda de siete paños precedido de un tramo de tránsito y otros dos cubiertos por bóveda de crucería y espinazo central. Los nervios presentan dientes de sierra, y los arcos perpiaños, pequeñas puntas de diamante, apoyado en capiteles trapezoidales decorados con palmetas. Su carácter hipertrofiado con respecto al resto de lo que sería la iglesia mudéjar primitiva ha llevado a pensar que fuese mandada construir por Juana Fernández Zacarías "La Dueña" para sepultura de su linaje. Precisamente, fue ella quien ordenó realizar las interesantes laudas sepulcrales del alcalde mayor Giraldo Gil Zacarías y sus progenitores, que aún se encuentran en este prebisterio aunque desplazadas. Actualmente desprovista casi de cualquier elemento mueble, la cabecera sólo conserva el sencillo púlpito dieciochesco que perteneció a la antigua iglesia jesuita de Santa Ana y el Cristo de la Esperanza, obra procedente del desaparecido convento de la Vera-Cruz. Ésta es una talla de escuela sevillana atribuida a Sebastían Rodríguez, de mediados del siglo XVII.
El primer tramo de nave data de hacia 1530 y está cubierto con una bóveda gótica estrellada de cinco claves. El lienzo sudeste de este tramo, realizado en ladrillo, conserva en su exterior - aunque difícilmente visible - una ventana ciega polilobulada con alfiz. Tanto este muro como la ventana deben de ser elementos reaprovechados de un cuerpo de nave mudéjar precedente, tal vez del siglo XIV, aunque también han sido considerados como los únicos restos supervivientes de la fábrica de la primitiva mezquita.
Completa la nave un último tramo donde el nuevo lenguaje figurativo del renacimiento se incorpora al templo rompiendo violentamente la unidad estilística que, a pesar de los cambios de tratamiento y escala, había conseguido mantener el gótico en la cabecera y el tramo precedente. Presenta pilastras de órden jónico y ventanas en el eje central de sus muros, cubriéndose con bóveda vaída que ostenta un anillo ejedrezado, tangente a los lados transversales, y clave relevada con la imagen del Salvador. La particular articulación manierista de los muros y el pago realizado por la fábrica en 1562 a Hernán Ruiz II hacen pensar que este maestro fuese autor de las trazas de este tramo, aunque, como indica la inscripción que se conserva en el testero de los pies, no quedó concluido hasta 1591.
La apariencia que actualmente presenta el templo no se corresponde con la que ofrecía hasta que fue restaurado entre 1884 y 1895 por el arquitecto José Esteve y López. Éste, que en gran medida "neomediavilizó" el edificio, retiró el coro de la nave y el retablo de la cabecera, creando en ésta, tras cerrar los arcos de comunicación con las capillas colaterales y abrir en su lugar cuatro pequeñas puertas neomudéjares, un nuevo prebisterio compuesto con la sillería coral adosada al ábside y un templete historisticista. Actualmente, también carece de estos dos últimos elementos tras la intervención que sufrió el templo después de los desperfectos causados por la caída de un rayo en 1981.
A los pies de la iglesia se encuentra, en la lado de la epístola, el pequeño baptisterio. Está cubierto con bóveda vaída y de él cabe señalar su mutilada reja, obra del siglo XVIII. En se encuentran los lienzos de la Virgen de la Antigua y de Jesús Nazareno.
Esquinera con éste se encuentra una capilla, donde se conserva el templete historisticista que ocupó la capilla mayor con la imagen de San Judas Tadeo, imagen del siglo XVII. También se encuentra en sus muros laterales unas imagenes de San Antonio y Santa Ángela de la Cruz.
Pasado el zaguán - cubierto con sencilla bóveda vaída - que da salida a la calle Siete Revueltas, se encuentra la capilla de los Zarzana, anteriormente dedicada a San José y actualmente capilla de Santa María de las Lágrimas. A ésta se accede mediante una espléndida portada trazada en 1596 por el milanés Vermondo Resta, que ostentaba el cargo de Maestro Mayor del Arzobispado de Sevilla. Se trata de un arco almohadillado manierista coronado con frontón de triple inflexión y doblemente blasonado. El interior destaca por su bóveda estrellada, que se caracteriza por los nervios dentados que descansan en capiteles de columnillas truncadas. Esta bóveda es de dificil datación, ya que fue completamente rehecha en la restauración decimonónica, en la que le fue añadida a la capilla la decoración del arco donde se colocó una pintura de José María Rodríguez de Losada. Ésta representaba al santo titular de la capilla, y actualmente ha sido ubicada en uno de sus laterales.
Desde esta capilla se accede a la Capilla del Sagrario (antigua sacristía y en otros tiempos Capilla de enterramiento de los Alcántara) que cuenta con una interesante bóveda estrellada con despiece radial y nervios truncados y prolongados alternando. En esta bóveda, realizada durante el ultimo tercio del siglo XVI, son visibles en sus claves los escudos de las órdenes militares que conceden el sobrenombre "de los caballeros" a la iglesia. En el altar se encuentra la imagen de la Virgen de la Paz, datada en el siglo XVI, que gozó de importante devoción, pero cuya apariencia actual es producto de una severa restauración de fines del siglo XIX.
En la misma nave, pero con acceso desde una de las puertas neomudéjares abiertas en el prebisterio por Esteve durante la restauración, se encuentra la sacristía, que fue capilla de los Carrizosa e hizo las veces de sagrario. Está cubierta por una bóveda gotica de crucería estrellada de la primera mitad del siglo XVI y en ella destaca el sepulcro del que fuese comendador de Higuera, don Diego López de Carrizosa y Perea, realizado en 1617 por Antón Martín de Burgos. También es de señalar en esta sala un interesante Crucificado del siglo XVIII, cuya particular composición barroca revela su adscripción a presupuestos estéticos ajenos a la producción andaluza.
La actual capilla de San Dimas es la primera por los pies del lado del evangelio. Es semejante a su frontera y contiene un retablo del siglo XVII que fue de Ánimas hasta que recientemente le fuese sustraído el lienzo que las representaba.
Contiguo a ésta se encuentra el zaguán de ingreso desde la calle San Juan, cubierto con una pequeña pero interesante bóveda de la segunda mitad del siglo XVI. Ésta es casi plana, casetonada formando hexágonos cuyo interior se decora con florones y bichas.
Pasado éste, se encuentra, adosado al muro, el retablo que fue de la capilla mayor de la iglesia y retirado de su ubicación natural durante la aludida restauración del siglo XIX. En él, pese a su deterioro, se diferencian dos partes, la primera, correspondiente al banco y primer cuerpo, fue concertada por el retablista Francisco Antonio de Soto en 1698, el resto sería concluido por una mano anónima en 1733. Actualmente en el manifestador se encuentra una imagen de San Juan. En los laterales del primer cuerpo dos buenas esculturas de San Pedro y San Pablo del siglo XVII, aunque grotescamente desvirtuadas por burdos repintes.
Junto a la cabecera, aunque debido a las restauraciones del siglo XIX solo accesible desde las dependencias parroquiales, se encuentra la capilla de los Tocino. Estuvo dedicada a Santa Catalina y es conocida vulgarmente como "de la Jura", debido a la leyenda aprócrifa que pretende fuese éste el recinto donde los nobles de la ciudad se conjuraron en 1325, pidiendo auxilio a Sancho IV al estar dramáticamente sitiada la ciudad por parte del rey moro Aben-Yusuf. Se viene considerando obra de mediados del siglo XV, cronología a la que se puede adscribir el arco del muro este, que presenta decoración de lacería esculpida de raigambre nítidamente mudéjar. Sin embargo, su bóveda estrellada es posterior, tal vez de hacia 1504, año en que Andrés Martín Tocino funda la capilla para entierro de su familia. Actualmente se utiliza de almacén parroquial.
También son interesantes otras obras que se encuentran distribuidas por la iglesia, aunque sin una ubicación fija. En este sentido podemos destacar la imagen de San Cristóbal, de tamaño natural, datable de la primera mitad del siglo XVIII, del círculo de Camacho de Mendoza. Asimismo un cuadro de San Juan Evangelista, obra de Rodríguez de Losada, que presidía el prebisterio diseñado por Esteve y actualmente colgado en el muro sur del templo. Cabe asimismo reseñar la casa rectoral de la parroquia, obra del primer tercio del siglo XIX, que se encuentra unida al muro norte de la iglesia y que fue construida en parte sobre la antigua capilla de los Mirabal.
De entre las obras de platería que conserva el tesoro de la iglesia, casi todas del siglo XVIII, destaca la Custodia procesional. Se trata de un ejemplar de tipo sol, de plata con algunos elementos de oro - como el pelícano con las crías - y diamantes y rubíes engastados. Se considera obra jerezana del primer cuarto del siglo XVIII, aunque el sol es más tardío, de la segunda mitad del siglo. (Localización en Google Earth).