La iglesia de San Mateo, elevándose sobre la Plaza del Mercado, fue una de las seis parroquias establecidas en Jerez de la Frontera tras la Reconquista que la Ciudad en el año 1264, y por ello también supuestamente levantada sobre una mezquita, ofreciendo su construcción algún elemento de caracteres románicos, aunque básicamente es un edificio gótico, levantado en la transición de los siglos XIV-XV, con incorporaciones renacentistas y barrocas. Hasta el siglo XVI su collación gozó de una singular pujanza por el crecido número de nobles asentados en ella, pero con posterioridad fue quedando despoblada, lo que repercutió perjudicialmente en la fábrica del edificio.
Como iglesia parroquial conformó a su alrededor un barrio, situado en el extremo occidental del casco histórico, siendo, con respecto a la trama urbana, el elemento más importante en la articulación de espacios residenciales urbanos con otros industriales representados por las bodegas.
El 1 de noviembre de 1755, el terremoto de Lisboa afectó a todas las grandes construcciones que había en la Península Ibérica y San Mateo fue, en Jerez, una de las grandes perjudicadas. San Mateo tenía una torre-campanario como la de la Catedral y esa torre-campanario se cae sobre las bóvedas, hasta el punto de que las bóvedas principales que hemos visto, esas bóvedas que poseen ese corte redondo, hay que reconstruirlas porque prácticamente estaban destrozadas. A partir de ese momento la iglesia se cierra y cuando se abre se tapia la portada principal porque ya no habia presupuesto para culminarla, para alzar los techos y se decide tapiarla y el coro colocarlo a los pies. A pesar de que recientemente en templo ha sido restaurado, existe peligro de derrumbe en la capilla del Sagrario.
EXTERIOR INTERIOR
El templo, básicamente gótico, es un edificio en el que la sillería de piedra es el material definitorio. Se levanta este templo como una gran mole de piedra de volúmenes poco esbeltos pero contundentes.
Ya sabemos por otros edificios que no se puede, por cuestiones económicas, empezar en un estilo y acabar en el mismo. Pues bien, esta iglesia empieza a construirse sobre una mezquita, como muchas de las que tenemos en Jerez, pero con el tiempo se va deteriorando y hay que hacer reformas. Tenemos ante nosotros un edificio cuya estructura es, básicamente, gótica, aunque luego haya algunos elementos renacentistas sobre todo en el interior.
Tenemos un planteamiento básicamente gótico pero además con unas características muy curiosas: Es de una única nave, lo que se llama planta de salón, con una anchura impresionante, de 14 metros. Algunos dicen que aquí habria un proyecto de tres naves, pero que al final se queda en una, de 14 metros, muy ancha para un edificio de estas características.
¿ Cómo podemos decir que es un edificio gótico ? Pues nos iremos fijando en una serie de elementos. Uno de los más característicos es el arbotante, ese arco que aguanta el empuje de los muros. Igualmente tenemos pináculos y también tenemos unas ventanas góticas con unas características muy especiales, como esa decoración que tiene, que las tenemos que comparar con las del Claustro de Santo Domingo (tienen un estilo prácticamente idéntico al exterior, estilo manuelino). Al exterior está muy deteriorada, pero si nos fijamos en los elementos que tiene en el interior esa ventana veremos que son unos lóbulos, como si fuera un trébol de tres hojas y en alguna ocasión de cuatro hojas. También tenemos otro elemento del Gótico, una crestería, una especie de remate que tiene en algunas zonas de la fachada, y por ejemplo, en el muro de Epístola, sobre la capilla del interior, pero dando afuera, tenemos una serie de crestería gótica y unos pequeños elementos a modo de cenefa que tienen esos arquitos lobulados que vemos en esta zona del muro de la epístola.
El estilo renacentista se da en el interior del templo. No se conocen aqui muchos autores de la Edad Media, pero sí que hay algunos nombres, Diego de Riaño, Alonso de Oliva o Fernando Álvarez, autor del palacio de Riquelme y de la ventana esquina del Palacio de Ponce de León, pues aqui también en el interior hay obra de él.
Del estilo barroco tenemos una muestra que podemos ver desde el exterior con una cúpula rematada con una linterna cegada (es de época barroca, aproximadamente se supone que es del año 1727) posiblemente esté hecha por padre e hijo, Adrián y Bartolomé Baptista, los cuales también intervinieron en la iglesia de San Lucas, y esta cúpula sería la de la capilla donde estuviera antes la Hermandad del Desconsuelo o también Capilla del Sagrario, y que ahora se encuentra en bastante malas condiciones y que necesitaría una restauración.
EXTERIOR
Al exterior, con cabecera plana, dos eran las portadas primitivas: la de la fachada principal y la de la Epístola.
La portada de la fachada principal, que se llamaba Portada del Sol, cegada a raíz de los considerables destrozos que provocó el terremoto de Lisboa el 1 de noviembre de 1755, pero aún así quedan grietas del mismo bastante visibles, es obra de estilo gótico de finales del siglo XV. Es la más interesante y primitiva. Tanto la composición como la decoración la relacionan con las portadas góticas de la catedral de Sevilla, la de las Campanillas y la de Palos, que realmente representan la Adoración de los Reyes Magos, la de Palos y la de Campanillas, la Entrada Triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Pero aqui la tenemos parecida con algunas pequeñas variantes. Sigue el mismo esquema que podemos ver también en la iglesia de Santiago. En el centro tenemos la portada, un arco, ligeramente abocinado con varias arquivoltas apuntadas (esos otros arcos inferiores que se encuentran en el centro), propias del gótico, y en este caso no hay decoración de figuras como las de Sevilla sino que hay una decoración vegetal que prácticamente lo voltea y que además posee una curiosidad: cuando uno la mira lo primero que cree es que hay animales, como unas salamanquesas, unas lagartijas, pero no, son las hojas que tiene esas formas tan curiosas, idénticas a las de Sevilla. Queda flanqueada, a izquierda y derecha, por dos agujas, a modo de contrafuertes, con nervios y remate de pináculos y el remate que hay encima es una crestería horizontal de triángulos invertidos muy curiosa, también idéntica a las de Sevilla y que dan sensación de cabezas de guerreros medievales con los yelmos. Y en el centro, con una clara visión, tenemos el gablete, ese triángulo que se forma en el centro, con una decoración a derecha e izquierda de unas hojas, las cardinas.
Pero un detalle que es sólo propio de Jerez, más a derecha e izquierda, acabando en los extremos de esta fachada principal nos encontramos con unos estribos o contrafuertes rectos pero apoyados en un estribo semicircular. Esto solamente se da en esta iglesia de San Mateo y en la de Santiago.
La portada del muro de la Epístola es interesante porque además del aspecto gótico que tiene, arcos apuntados con un poquito de abocinamiento, con las jambas (partes verticales con cierto escalón) y que tienen unas molduras que resaltan mucho, pero lo que aqui nos llama más la atención es el alfiz, esa línea vertical y horizontal que rodea la puerta, y ese alfiz tiene una moldura especial, una cenefa de lacería, que recuerda mucho al estilo mudéjar, es rehundido con respecto a la fachada (un poco hacia adentro, único caso así en esta diócesis) y las enjutas o las albanegas, que es ese triángulo a derecha e izquierda dentro del alfiz, también nos recuerda un aspecto mudéjar. Tenemos tambien el frontón de esta portada con elementos góticos, esos pequeños arquitos que hemos visto en otras zonas de la iglesia y el remate superior, que no es de la época, es posterior, barroco, una hornacina pequeña con una venera. La puerta era mucho más pequeña y a principios del XX (sobre 1905 se pide permiso), se reestructuró y se amplió para que pudieran entrar y salir con facilidad los pasos de la Hermandad del Desconsuelo. Es la que se usa actualmente para entrada al Templo.
Al exterior del muro de la epístola, no hace mucho habia unas construcciones sin valor arquitectónico que se eliminaron y anecdoticamente decir que ahi estuvo la sede de la Hermandad del Desconsuelo y que también fue un estudio-taller del escultor Manuel Prieto y también fueron dependencias parroquiales. En esa pared, por detrás deberia ir la torre de la iglesia. Como ya dijimos, el famoso terremoto de Lisboa de 1755 la hunde y queda ahí el arranque de la misma (a raiz de la última restauración por parte de la Junta de Andalucía donde aparecieron unos arcos de ladrillo al lado de la portada lateral), desde las capillas se puede acceder y vemos el arranque de la torre, que estaría justo detrás de este muro, iría hacia arriba pero que ha desaparecido. Por ese motivo se construye la espadaña barroca de dos cuerpos que alberga tres campanas, que es ligeramente posterior a 1755, como la de San Marcos o Santiago, por ejemplo, propia del barroco, es decir, con ese frontón partido en el que se incluyen esos vanos para las campanas. Se levanta en el lado de la epístola.
La cabecera de esta iglesia es plana, normalmente suelen ser semicircular o poligonal y tiene a derecha e izquierda dos remates que parecen como dos estrechas torres, una rematada por chapitel piramidal y la otra mocha. En el caso de la izquierda son las escaleras que suben a las cubiertas y tiene unas ventanas muy estrechas y finas, que se llaman saeteras. La de la derecha está maciza. Esta de la izquierda tiene un estilo gótico. Si las dos de arriba están muy deterioradas, la de abajo, se ve perfectamente, tiene un fino arco conopial (el arco apuntado del gótico pero con un remate al final de una puntita arriba) con una decoración floral muy fina.
INTERIOR
El interior presenta una sola nave, de atrevidas proporciones, con tres tramos, más otro que actúa a modo de crucero, aunque no sobresale respecto al ancho de la nave y finalmente el del presbiterio. Estos cinco tramos responden a dos momentos constructivos distintos. Los tres tramos finales de los pies se cubren con bóvedas de crucería con terceletes, más bajas que las de los otros dos tramos, en los que las bóvedas son estrelladas con nervaduras ricamente decoradas en sus claves, siendo las de los pies de la iglesia más baja que las restantes y con forma de arpón, anteriores a las del ábside, que no llegaron a sustituirse al quedar interrumpidas las obras.
A esta única nave se abren diversas capillas laterales, sobresaliendo entre ellas los estilos mudéjar y renacentista. Ofrecen variedad de abovedamientos. Pueden destacarse la bóveda de medio cañón con decoración de óvalos resaltados, de tipología renacentista, de la capilla del Cristo de las Penas, o la cúpula de 12 paños sobre trompas que cubre la capilla de la Virgen de la Cabeza.
Al interior se aprecia como el templo transita de la Edad Media a la Moderna bajo el signo del gótico. De un primer momento constructivo, quizás del siglo XIV, tan sólo se conservan dos toscos pilares cilindricos anillados que se sitúa uno junto a la puerta del lado de la epístola y otro en el lado opuesto enfrente. A partir del año 1345 con la conquista de la ciudad de Algeciras, el desplazamiento de la frontera y el periodo de paz y prosperidad que la ciudad de Jerez va a obtener, se empieza a realizar labores de construcción utilizando para ello un estilo heredado de los maestros cordobeses, es el estilo que se denomina hispano-langedociano de caracter burgalés. Es un estilo que vamos a analizar un poco: si miramos con detenimiento lo que es la primera crujía del templo, esa crujía utiliza un sistema de nervaduras cruzado pero reforzado por un nervio central, a eso se le conoce como arpón y la bóvedas serán vaídas, no son las bovedas apuntadas que luego veremos propias del siglo XV y XVI. La parte mas antigua de la iglesia la tenemos en el muro de la epístola y vamos a entrar en la primera capilla. Este primer templo debió contar con tres naves, lo que explicaría la excepcional anchura - 14 metros - de la nave única que posteriormente asumió la dimensión de todas. Una separación bastante amplia para ser cubierta en aquel momento por una bóveda simple. En los años finales del siglo XV comenzaría un nuevo plan, que partiría desde los pies y del que se conserva la portada y el primer tramo de bóvedas de arpón. En torno al siglo XV, la principal obra arquitectónica del sur de la península ibérica va a ser la Catedral de Sevilla, que va a marcar las pautas estilísticas que va a tener que desarrollarse en el resto de construcciones que se desarrollen en la Archidiocesis de Sevilla. En el caso de Jerez, las principales edificaciones del momento van a ser Santiago, San Miguel y la Cartuja y después de esta primeras edificaciones el resto de las demás parroquias anteriores. A partir de los años 1520-1550, data la gran construcción del templo de San Mateo. En un principio se construyeron la parte de los pies, como hemos dicho, pero la segunda gran ampliación se inicia desde la cabecera hasta la parte de los pies. Un tercer proyecto se iniciaría, con la probable intervención de Diego de Riaño, en torno a los años treinta del siglo XVI, cuando era maestro de su fábrica Alonso de la Oliva. Éste partiría desde la cabecera y sería identificable con las grandes bóvedas estrelladas, con proliferación en terceletes y combados, que cubren el presbiterio y el tramo precedente de mediados del siglo XVI. Esta última bóveda fue volteada por el maestro Fernando Álvarez, según reza en una inscripción existente en el muro norte. Los terceletes son esos elementos cilíndricos que prácticamente unen los nervios. Esta bóvedas van a descansar sobre pilares articulados y no sobre trompas. Por último, cabe interpretar los dos tramos de bóvedas de arpón restantes como una solución de compromiso para cerrar el templo, cuando se desistió de continuar con el plan de grandes bóvedas que avanzaba hacia los pies de la iglesia. Aún así, la lectura de paramentos y bóvedas se hace particularmente compleja, quedando elementos, como los ventanales ciegos - o arranque de bóvedas - de los muros bajo la bóveda central, que escapan a los actuales análisis.
A la capilla mayor se accede mediante un potente arco toral con rica decoración. En los muros laterales hay dos ventanales cuya tracería y balaustres, de fustes entorchados rematados por pináculos, recuerdan soluciones de la arquitectura manuelina portuguesa. En el testero, oculto por el retablo, se conservan a la altura del segundo cuerpo tres hornacinas separadas por pilastras poligonales y rematadas por doseletes que debieron servir de marco al primitivo retablo.
El retablo mayor barroco que actualmente se adosa a este testero, fue contratado por el arquitecto y ensamblador Andrés Benítez el 12 de mayo de 1766, encargado por Juan Felipe Rosado y realizado durante los dos años siguientes. Es muy efectista y está pensado para disfrutar de todos sus elementos desde el fondo de la nave. Esta maravillosa obra arquitectónica nos recuerda mucho al Barroco nórdico, recuerda mas a una portada que a un retablo realmente porque no tiene una iconografía clara, simplemente son esculturas adheridas a los diferentes nichos, encargadas por un sacerdote que establece el programa iconográfico en relación a la figura de María. Consta de banco, sobre el que apea un primer cuerpo que acoge el manifestador y el camarín de la Inmaculada Concepción en su calle central, San Pablo y San Juan Nemopuceno en el lateral de la epístola y San Pedro y San José en la del evangelio. En el ático, entre los entrantes y salientes de la quebrada cornisa se encuentra un resalte de gran efecto visual con la imagen de San Mateo, y sobre éste, enmarcado por dos columnas corintias que apean sobre la mencionada cornisa, un nicho Cristiforme con una imagen del Crucificado. A ambos lados, Santo Tomás de Aquino y San Agustín, completan, junto con dos ángeles, la iconografía de la máquina.
Entre los ornamentos más característicos de este espacio va ser algo que no se puede ver pero que es preciso conocer: es la decoración en torno al presbiterio. Si miramos detenidamente hacia arriba vamos a ver un sistema de iconografía que si lo vieramos en la catedrales del norte de España o en Portugal no nos sorprendería. Verlo aqui sí. Y ello es precisamente porque el arquitecto que cubre estas bóvedas, Fernando Álvarez, lo importa de Portugal. Si vemos la decoración de las ventanas laterales obervamos que aparecen unos pilares entorchados rematados por una especie de pináculo. Eso es muy típico de la arquitectura del gótico manuelino portugués. Y esos mismos elementos los vamos a ver también en torno al programa iconográfico que gracias a la última restauración permite verse. Todo cuanto se ve, en ascendencia nos habla precisamente del pecado. La parte norte, la de la izquierda, nos habla del pecado después de la otra vida, del pecado de las personas que no han sabido limpiar sus pecados en vida pagaran las consecuencias. Y el de la parte derecha nos habla del pecado que la gente padece en vida, y los elementos decorativos tienen que ver con los padecimientos del hombre y con los pecados capitales. Vamos a destacar varias figuras. A la derecha, en torno a lo que es la cornisa, vemos a un hombre que intenta salir de la rama. Evoca el pecado, el hombre conoce lo que es el pecado y gracias al conocimiento para salvarse intenta salir. También vemos a una mujer con dos pescados. Significa la avaricia de quererlo acaparar todo. Desplazandonos un poco vamos a ver una serie de elementos vegetales y vemos dos peces que significan la pereza. Mas hacia delante vemos otra figura de una mujer que de sus manos salen como dos serpientes y significa la soberbia. En la parte contraria, si miramos hacia arriba lo primero que nos llama la atención son dos cabezas. Se relacionan con el loco, porque el loco se cubre con un sombrero, son personas que reaccionan por instinto y no piensan en las consecuencias. Al lado aparece un masquerón, que se relaciona con Satanás, porque es el que induce al loco a cometer esos pecados. Si seguimos el programa iconográfico nos encontramos con dos ángeles, y frente por frente, en la derecha, nos encontramos con otros dos ángeles con la fuente de la sangre de Cristo, porque gracias a esos dos elementos se conseguirá la salvación eterna. Más hacia delante, hacia el final, nos encontraremos con las almas torturadas, esas almas que no han logrado salvarse. Si miramos con detenimiento los pilares y miramos hacia el techo el programa iconográfico se va a relacionar con los cuatro evangelistas y los elementos de la Pasión. Y junto a éstos vamos a ver estrellas de cinco y de seis puntas. Las de cinco puntas se relacionan con la salvación y vamos a encontrarlas mas pegadas al muro. Las estrellas de seis puntas se relacionan con Salomón y van a tener relación con el demonio y el pecado original que se encuentran en torno a la izquierda.
Vamos a seguir hablando de capillas funerarias, porque el templo de San Mateo si por algo se caracteriza es por eso, pero nos vamos a quedar en torno a lo que es la segunda bóveda desde el presbiterio. La principal novedad que vamos a encontrar es que ya avanzado el siglo XV y XVI, los plementos, el techo que se encuentra por encima de las bóvedas, en un principio son perpendiculares a los nervios pero con el paso del tiempo el corte de la piedra se va a realizar radial, en redondo, y esto va a originar las grandes bóvedas vaídas. Esto se da mucho en la arquitectura portuguesa. También fue realizada por Fernando Álvarez.
En el lado de la Epístola están las capillas de los Suárez de Toledo y la bautismal. Pasada la puerta, la capilla de los Torres Gaitanes. A continuación la de Villacreces con cúpula sobre trompas, restos tal vez de la primitiva fábrica; y una talla, de la primera mitad del XVI, es una Virgen Madre, de las más bellas de Jerez, Nuestra Señora de la Cabeza. Finalmente la capilla de los Spínolas.
A los pies de la nave de la epístola se encuentra el altar de San Sebastián, pequeño retablo de traza manierista realizado en 1622 para presidir el enterramiento de una persona muy vinculada a la parroquia cuya lápida tenemos aqui: El licenciado don Alonso Lobatón de la Barrera y Pineda. En él destaca la correcta escultura de San Sebastián, flanqueado por pinturas que representan La Imposición de la casulla a San Ildefonso, Obispo de Toledo, y La Virgen con el Niño. Está rematado por un pequeño ático con un lienzo de la Inmaculada y dos escudos con marco de rocalla, seguramente realizados a raíz del traslado del retablo a su actual desplazamiento, hacia 1770. La obra del retablo es atribuida. Hay diferentes opiniones al respecto de la persona que lo realizó, pensándose que fue Diego Lopez Bueno el autor del retablo.
A partir del siglo VI, y del año 814 el enterramiento en cementerios se pasa a permitir dentro de las iglesias, mientras más cerca estuvieran los difuntos de la iglesia, mayor prestigio social tenían los mismos. Generalmente se reservaban para la alta clase, sacerdotes, obispos, santos y altos linajes de la aristocracia. Con el paso del tiempo, la sociedad y sobre todo en el caso de Jerez, va a distinguir su nobleza por los enterramientos y por los espacios que utilizan dentro de las iglesias. Pensemos en un hecho importante, la sociedad jerezana no es una sociedad que se forme solamente por las herencias nobiliarias. Se forma por herencias nobiliarias, por colaboraciones con la monarquia, por colaboraciones en las guerras, por los grandes tributos agropecuarios y comerciales. Es una sociedad que se va formando por diferentes menesteres. Y como ocurre en todos sitios, esa sociedad va a querer destacarse del resto de la población. En este momento, la iglesia de san Mateo como otras muchas van poner a la venta suelo al publico, sobre todo en los siglos XIII, XIV, XV. Y existe un plano, de cómo estaban distribuidos por todo el templo los nichos funerarios en el suelo. Muchas veces estos templos cuando se reedificaban se pensaba más en el número de difuntos que podrian acoger que en la población que realmente podía estar aquí. Y lo que estamos pisando hoy en dia, hasta la gran restauración del siglo XVIII, al igual que ocurria en San Juan de los Caballeros estaba repleto totalmente de lápidas funerarias. De hecho el coro se encontraba casi en el centro de la nave y el resto del suelo estaba todo lleno de lápidas.
A medida que va evolucionando la sociedad, la propiedad sociedad va a querer separarse del resto de los demás y va a empezar a enterrarse en arcosolios, pegados a la pared, mas cercano al prebiterio, lo que es los lugares nobles de la iglesia. Esto va a derivar, con el paso del tiempo,en la compra de terreno para la construcción de capillas destinadas a las principales familias de la ciudad. La iglesia de San Juan de los Caballeros, como la de San Mateo, están constituidas por una serie de capillas que fueron precisamente eso, capillas funerarias bajo el linaje de las principales casas que había en la ciudad. Vamos a empezar por las más antiguas y acabaremos por las más actuales. La primera que vamos a ver es la capilla Bautismal. La capilla Bautimal no se sabe a ciencia cierta si constituyó realmente la función de capilla funeraria. Si es cierto que entra dentro de las edificaciones más antiguas que la propia iglesia tiene. De hecho nos encontramos ante la primera crujía y en una capilla que aunque es pequeña posee una serie de elementos caracteristicos de este primer periodo que va desde el año 1345 hasta el año 1500 que es cuando se producen las grandes renovaciones en la arquitectura jerezana.
La capilla Bautismal, está cerrada por un cancel torneado del siglo XVIII, a la que se accede por un arco apuntado con decoración de hoja de parra. Presenta planta cuadrada de reducidas dimensiones. La bóveda, estrellada, tiene un sistema de nervaduras donde las claves descansan sobre unos capiteles que a su vez descansan sobre columnillas flotantes. En los extremos vemos unas trompas que es lo que soporta el peso de la obra. La primera decoración que vamos a encontrar en los nervios son dientes de sierra y puntas de diamante junto con elementos vegetales como hojas de parra. En Jerez existen varios tipos de capillas funerarias. En ésta se siguen los mismos parámetros de nervaduras reforzado por un espacio central. Este tipo de arquitectura va a combinarse con otra serie de elementos heredados de la tradición islámica, como por ejemplo, arcos polilobulados, arcos entrecruzados rematados por un alfil, sistemas de tracería que luego vimos en la portada principal y mocárabes. La datación de la capilla debe corresponder a los últimos años del siglo XV. En su interior tan sólo destacan los elementos consustanciales a este tipo de recintos: taca, pintura del Bautismo de Cristo y pila bautismal.
A éste le sigue la capilla de los López de Mendoza, que posteriormente perteneció a los Suárez de Toledo. La arquitectura es una arquitectura que sonará también de la iglesia de San Juan de los Caballeros. Es una arquitectura que se empieza a dar en el Renacimiento y podemos relacionarla con capillas como la de los Zarzanas de San Juan de los Caballeros. Vemos que se accede a ella mediante una interesante portada del primer tercio del siglo XVII que consta de un potente arco de medio punto con pilastras almohadilladas (el almohadillado son los cortes que tienen las pilastras). Sobre él un friso de triglifos y metopas planas que sostiene una cornisa rematada con pirámides sobre bolas. Todo ello decorado en su parte superior con el blasón de la familia. Su interior es algo mayor que el baptisterio, pero cubierto con el mismo tipo de bóveda, por lo que se le supone una cronología similar. Conserva la disposición primitiva de sus enterramientos, e incluso algunos restos de policromía original. Como elemento mas característico destaca un arco apuntado de ladrillo que se ha descubierto en la última restauración. Actualmente se encuentra ocupada por el paso de misterio de la Hermandad del Desconsuelo.
El zaguán de entrada de este lado de la epístola, de finales del siglo XV, se encuentra cubierto por boveda de crucería cuyos nervios mueren en columnillas colgadas a manera de pinjantes, siendo dos de ellos de mocárabes.
Contiguo al zaguán, ya en la parte oriental del templo, nos encontramos en otra de las capillas funerarias. En este caso es una capilla muy pequeña. Se realizó precisamente aprovechando los restos de la torre que la iglesia poseía, una torre que se cae con el terremoto de Lisboa de 1 de noviembre de 1755. Es una pequeña capilla que sigue los mismos postulados que las anteriores. Nos encontramos en la capilla de los Torres-Gaitán, con ingreso mediante un arco ojival y coronado por el escudo de la familia. En su estrecho interior se encuentra un retablo de ánimas obra de Matías José Navarro, del segundo tercio del siglo XVIII (aproximadamente en 1741 porque coincide con una cajonera que tiene a antesacristía del mismo autor), formado por un gran marco que alberga el altorrelieve de las ánimas del Purgatorio, los ángeles y la Virgen. En un pequeño medallón superior se incluye la Santísima Trinidad. Sobre la mesa de altar aparece empotrada una hornacina neoclásica con una imagen barroca de San José, también del siglo XVIII. No es un retablo de muy buena factura, sin embargo la iconografía que representa se puso muy de moda sobre todo en los siglos XVII y XVIII: el culto a las Ánimas Benditas del Purgatorio. En su momento hubo muchas cofradías en la ciudad que defendían este culto.
A continuación se encuentra la capilla Villacreces, actual capilla del Sagrario, con acceso mediante un arco gótico apuntado, actualmente cerrado por una reja del siglo XVIII procedente del coro de San Lucas. Del interior de esta capilla funeraria destaca especialmente la estructura de qubba cubierta con cúpula de paños sobre trompas. Hemos visto anteriormente este tipo de arquitectura neomudéjar, del gótico inicial. En el Alcázar se puede tambien ver en la capilla de Santa María con el sistema de cubrición de bóveda de paños. En este caso sigue el mismo estilo con una bóveda de doce paños que se soportan sobre cuatro trompas. Es un elemento característico del mundo islámico, se le conoce como capillas qubba porque era el lugar de enterramiento de grandes santones islámicos. Hay diferencias contraversias sobre la misma. Unos piensan que puede ser una obra posterior a lo que es la construcción de la nave central. Lo cierto es que la obra no es tan hecha en canteria sino que está hecha en mampostería y hace pensar que sea una obra anterior. Lo cierto es que la capilla entra en funcionamiento en 1502 porque es la fecha cuando Estebán de Villacreces fallece y esta capilla se manda levantar precisamente por el enlace matrimonial de Don Estebán de Villacreces posee con Doña Leonor de La Riva. Es también de señalar un retablo de la primera mitad del siglo XVIII. Es un retablo que posee un elemento decorativo que se va a propagar al Nuevo Mundo y que las principales iglesias del Nuevo Mundo lo van a adoptar en sus fachadas: el estípite. Es un elemento a modo de pilar decorativo que no es ni columna ni pilar, es una especie de ornamento cuajado de ornamentos vegetales, de frutas, muy utilizado en el Barroco, sobre todo en el siglo XVIII. Lo preside la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza, obra de 1545 que ha sido relacionada con el círculo de Roque Balduque; a derecha e izquierda de ésta se encuentran San Antonio y San José, de una estética más tosca, y sobre el nicho central, San Cristóbal. En la misma capilla hay un lienzo de la segunda mitad del siglo XVII de escuela sevillana que representa la Virgen con el Niño.
Sigue a ésta la capilla de los Spínola, obra gótica del segundo tercio del siglo XVI. Está cubierta con bóveda de crucería estrellada que conserva restos de policromía de la segunda mitad del siglo XVIII, alusivos al hecho de haber sido utilizada como sagrario, distinguiéndose motivos de ángeles, gavillas de trigo, racimos de uva y cartelas rocalla. Destaca un interesante retablo manierista (como el que vimos de San Sebatián pero mucho mayor) con columnas entorchadas que había sido fechado hacia 1640 y que procede del convento mercedario de Nuestra Señora de Belén. En él, junto con la imagen de vestir de San Ramón Nonato que lo preside en la hornacina central, encontramos las pinturas de Cristo atado a la columna y la Inmaculada, y en el ático a San Antonio de Padua con el Niño Jesús. También son de reseñar los restos de cerámica de cuenca sevillana en que asienta de manera un tanto forzada el retablo, azulejería del siglo XVI de un alarife sevillano, de bastante calidad, y que con el paso del tiempo se va a intentar imitar en otras partes de la iglesia, y las pequeñas casillas destinadas a reliquias que se conservan en su banco. Esto prolifera en todos los grandes monasterios. En la Cartuja habia infinidad de ellos. En la actualidad aquí se conserva las reliquias de San Flavián. En esta capilla de Spínola, la más próxima al presbiterio, recibían anteriormente culto las imágenes de la Hermandad de Santa Marta.
A los pies del lado del evangelio, se encuentra un retablo barroco realizado en 1761 que enmarcaba anteriormente la imagen del Cristo de la Salud, interesante crucificado del siglo XVII, que actualmente se encuentra en la capilla de San Blas, quedando el retablo vacío. Junto a éste, ya en el muro del evangelio propiamente dicho aparecen restos de pintura mural de dificil datación e identificación que constituyen uno de los pocos restos de cuanta pintura de este género atesoraba el templo.
A partir de ahora nos vamos a encontrar las capillas mas avanzadas en el tiempo. La capilla de San Blas, primera de este lado, está cubierta por boveda de crucería y conserva un retablo barroco de tipo estípete de la primera mitad del siglo XVIII procedente de la antigua iglesia de los jesuitas. Este retablo acoje la imagen de vestir de San Blas, interesante talla de la primera mitad del siglo XVIII atribuible al círculo de Francisco Camacho de Mendoza. Es el patrón de las enfermedades de garganta. En esta capilla también se encuentran actualmente las imágenes del Cristo de la Sangre, como ya dijimos, del siglo XVII y la Virgen del Amparo.
Tras esta capilla se encuentra el tránsito o zaguán que comunica con la calle Almendrillo, cubierto con bóveda de crucería simple.
La primera capilla del lado del evangelio de la parte oriental del templo es la capilla de los Morales Maldonado. Esta capilla en principio se destinó a un matrimonio formado por Felipe e Inés Villavicencio. pero por la fecha en que se realiza no pueden hacerse cargo del coste de la misma esta pareja y los Morales Maldonado piden permiso al Arzobispado sevillano, que les da el beneplacito para la construcción de la obra. Ellos pusieron mucho hincapié en su construcción pero la obra realmente es de escasa calidad artística. Quitando lo que es la cubrición que la realiza uno de los grandes arquitectos del Renacimiento jerezano, Diego Martín de Oliva, autor entre otras obras del Consistorio, de hecho el sistema de cubrición que tenemos aquí mediante circulos también lo podemos ver en el mismo. Sin embargo el resto de la construcción es un poco tosco. Vemos como los pilares son demasiado anchos y soportados sobre pintos. Su ingreso se articula mediante un potente arco de medio punto, flanqueado por pilastras dóricas que apoyan sobre pintos ornamentados con relieves de leones rampantes en el exterior (en la iconografía los leones son los grandes vigilantes, pero también son símbolos de poder y son símbolos de la resurrección) y grifos y quimeras en su interior. En las enjutas y en el friso se desarrollan motivos figurativos y florales, asi como blasones al modo renacentista. Y vemos a una persona en la parte de arriba que está asediada por dos animales. Realmente este personaje se piensa que pudo relacionarse con el honor. En la parte de arriba vemos el escudo nobiliario enmarcado por una cornisa curva. Se cierra el arco con una interesante reja de hierro forjado realizada en 1594 por el herrero de Bornos Felipe Hernández. Entre las filigranas de hierro forjado de la reja que cierra esta capilla, están el escudo de la familia y la fecha de su construcción, 1594, según consta en la cartela central del friso. Todo ello siguiendo las líneas artísticas del Renacimiento, porque los Morales Maldonado quieren copiar la capilla funeraria más importante de la ciudad, así esta capilla podemos relacionarla con la capilla de los Cuencas en el Convento de Santo Domingo. Pese a lo reducido de sus dimensiones, su interior es tremendamente sugerente gracias a la original solución de su bóveda de cañón decorada con círculos tangentes, obras del último tercio del siglo XVI. La advocación inicial de la capilla - El Salvador - fue sustituida en 1797 tras un acuerdo entre los patronos y la hermandad del Desconsuelo por el que podían colocar en su interior el retablo barroco de finales del siglo XVIII con la imagen de Nuestro Padre y Señor de las Penas, una maravillosa imagen del Señor sentado encima de una piedra, obra probable del escultor jerezano Francisco Camacho de Mendoza, que data de 1714. Actualmente también se encuentran en esta capilla las imágenes de la Virgen del Desconsuelo y San Juan, de la Hermandad del Desconsuelo.
Junto a esta capilla, y comunicada por virtud del aludido acuerdo, se encuentra la capilla de la Hermandad del Desconsuelo o capilla del Sagrario, cuya construcción se terminó en septiembre de 1727 y en la que debieron intervenir los maestros alarifes jerezanos Bartolomé y Adrián Baptista. Fue construida por los hermanos de la Hermandad del Desconsuelo para dar culto a su Dolorosa. Se accede a ella mediante un arco ojival, ya que en la reciente restauración del templo han sido retirada la portada de yeso que configuraba su ingreso y desplazada la reja del siglo XVIII. Interiormente está articulada mediante dos tramos, el primero de ellos cubierto de bóveda vaída, mientras que el segundo lo hace mediante una cúpula con decoración de hojas de acanto policromadas. Del deteriorado ornato de su interior cabe señalar el retablo barroco de estípites de la primera mitad del siglo XVIII. Éste presenta un camarín, decorado con motivos de la Pasión, que alojaba uno de los grupos devocionales más interesantes de la ciudad: La Virgen del Desconsuelo acompañada de San Juan, ambas imágenes de vestir de 1713 y atribuidas al escultor Camacho de Mendoza. La iconografía del retablo se completa con Dios Padre en su parte superior y los santos Pedro y Pablo a ambos lados del camarín. Completan la decoración las pinturas representando las prefiguraciones de la Pasión en la Infancia de Jesús y el cuadro del Camino del Calvario del siglo XVIII. Una inscripción marmórea de 1737 recuerda las indulgencias con las que se podrían lucrar los hermanos de la cofradía. Actualmente se encuentra fuera de culto por su estado ruinoso, aunque se prevé su pronta rehabilitación.
La capilla de los Riquelme es paredaña con la anterior; está cubierta con bóveda estrellada del siglo XVI, cuyos nervios descargan sobre ménsulas con cardinas. En esta capilla destaca el retablo rococó de Nuestra Señora del Amparo, imagen de la segunda mitad del siglo XVI (actualmente recibe culto en la Capilla de San Blas), que está acompañado de unos lienzos de escuela sevillana del siglo XVII, en pésimo estado de conservación, que representan a Santa Bárbara, Santa Catalina y San Fernando y San Hermenegildo. También se encuentra fuera de culto en la actualidad.
Un elemento de singular importancia que afortunadamente ha sabido conservar esta iglesia es el coro parroquial, ubicado a los pies de la misma con posterioridad a la clausura de la puerta principal tras el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755. Se trata de una obra ejecutada en piedra, cuyo interior alberga una sillería semicircular de 7 sitiales realizada en madera. La reja actual le fue colocada en 1866, fecha en la que se le añadieron los dos machones neogóticos a los que se ancla. Sobre su lado central se encuentra la tribuna con los restos de un órgano de finales del siglo XVIII, de un barroco ya muy contenido que anticipa los nuevos gustos neoclásicos. Otros elementos de interés del templo son unos batientes de madera procedentes de una antigua puerta mudéjar, así como restos de la sillería del coro de San Lucas, entre ellos la silla pontifical, de 1725, con el relieve de Jesucristo, atribuido a Diego Roldán.
Una escalera construida en 1728 comunica el prebisterio con la antesacristía, sala cuadrada con bóveda gótica de crucería simple. En ella se encuentra una maltratada hornacina con la imagen de San Mateo, realizada por Hernando Lamberto en 1591, procedente del antiguo retablo mayor. La sacristía, a la que se accede mediante una sencilla portada barroca de baquetón mixtilíneo rematada con frontón partido, que realizó el maestro Agustín de Herrera en 1744, no reviste especial interés. Esta cubierta esta pieza con bóveda vaída que sustenta el depósito de grano de la parroquia, ubicado en el piso superior. Cabe destacar su sencilla cajonera barroca ejecutada por el entallador Matías José Navarro en 1741.
Es de gran importancia el tesoro de este templo, tanto por el número de piezas conservadas como por su calidad artística. La vinculación de la parroquia a familias de antigua estirpe nobiliaria, y la importancia que en el siglo XVIII tuvo su hermandad sacramental, posibilitaron que su sacristía se fuera llenando de numerosas piezas de plata que la economía de la fabrica no se podía permitir. Son numerosos los cálices, campanas, portaviáticos, así como varas, ciriales y cruces procesionales del siglo XVIII; la mayoría de estas piezas son anónimas, pero otras llevan la marca de orfebres locales como Manuel Márquez, Manuel Guerrero de Alcántara o José Montenegro, autor de finales del siglo XVIII de la corona de la Virgen del Desconsuelo. A estas piezas jerezanas se le unen otras sevillanas - como los ciriales del segundo cuarto del siglo XVIII realizados por Manuel José Domínguez -, cordobesas e incluso mexicanas. Ya de principios del siglo XIX es la custodia portátil, posiblemente labrada por el platero jerezano Juan Muñoz, en los primeros años del siglo. Destaca por su marcado neoclasicisimo, con una columna que le sirve de vástago, guirnaldas y dos figuras alegóricas que la flanquean. (Localización en Google Earth).